sábado, 16 de noviembre de 2013

Maldito cáncer quita personas

Hoy no les vengo hablar de cómo ataca esta enfermedad, ni de la cura, ni a discutir que si el cáncer es mental u otros. Hoy les  comparto mi sentimiento al haber perdido a una de las personas más importantes de mi vida, mi mamá.

No sé si todos están de acuerdo, un temor que uno como hijo tiene es perder a los padres, pero no estamos preparados para eso. Pensamos que nos van a durar toda la vida y que van a conocer a sus nietos, que los visitaremos viejitos y que juntos nos sentaremos en las mecedoras a contar viejas historias, al menos eso era lo que yo pensaba.

Dicen que uno no puede llenarse de odio, pero el cáncer atacó a mi mamá, se la llevó, me la quitó de las manos y no pidió permiso, no me dejó despedir, no dejó que le pudiera decir por última vez que la quería, que yo estaba orgullosa de lo que era gracias a ella, no me dejó olerla por última vez, no me dejó escuchar su risa y su acento particular. El cáncer me quiso joder la vida.


Hoy me siento una sobreviviente. No es fácil asumir una pérdida y menos la de una madre. Fue difícil. Uno trata de negar el sentimiento y seguir adelante, yo lo logré. Tomé decisiones que tal vez no hubiera tomado si no la hubiera perdido, pero aprendí y aunque me duela, sé que ella ahora es mi ángel.

Y gracias al cáncer, solo puedo ver a ese ser al que me parezco inmensamente, en mi reflejo del espejo, en sueños y en pensamientos.

Pero si algo aprendí de todo esto, es que perdemos mucho tiempo de nuestras vidas criticando y tratando de cambiar a las personas que amamos, y no nos damos cuenta que YA LAS AMAMOS, que en algún momento nuestros caminos se van a separar.  Esa fue mi lección más grande y espero que sea ahora la de ustedes.

A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas. -Marcel Proust




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