Hoy no les vengo hablar de cómo ataca esta enfermedad, ni de
la cura, ni a discutir que si el cáncer es mental u otros. Hoy les comparto mi sentimiento al haber perdido a una
de las personas más importantes de mi vida, mi mamá.
No sé si todos están de acuerdo, un temor que uno como
hijo tiene es perder a los padres, pero no estamos preparados para eso.
Pensamos que nos van a durar toda la vida y que van a conocer a sus nietos, que
los visitaremos viejitos y que juntos nos sentaremos en las mecedoras a contar
viejas historias, al menos eso era lo que yo pensaba.
Dicen que uno no puede llenarse de odio, pero el cáncer
atacó a mi mamá, se la llevó, me la quitó de las manos y no pidió permiso, no
me dejó despedir, no dejó que le pudiera decir por última vez que la quería,
que yo estaba orgullosa de lo que era gracias a ella, no me dejó olerla por
última vez, no me dejó escuchar su risa y su acento particular. El cáncer me
quiso joder la vida.
Hoy me siento una sobreviviente. No es fácil asumir una
pérdida y menos la de una madre. Fue difícil. Uno trata de negar el sentimiento
y seguir adelante, yo lo logré. Tomé decisiones que tal vez no hubiera tomado
si no la hubiera perdido, pero aprendí y aunque me duela, sé que ella ahora es
mi ángel.
Y gracias al cáncer, solo puedo ver a ese ser al que me parezco
inmensamente, en mi reflejo del espejo, en sueños y en pensamientos.
Pero si algo aprendí de todo esto, es que perdemos mucho
tiempo de nuestras vidas criticando y tratando de cambiar a las personas que
amamos, y no nos damos cuenta que YA LAS AMAMOS, que en algún momento nuestros
caminos se van a separar. Esa fue mi
lección más grande y espero que sea ahora la de ustedes.
A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas. -Marcel Proust
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